Y te quedaste ahí,
esperando ese mensaje que nunca que escribió.

Y te quedaste ahí,
esperando ese mensaje que nunca que escribió.
Las palabras se hicieron besos eternos
sobre todas las partes de nuestros cuerpos
en todas las lenguas del universo.
Creando
nuestro mundo de perfección improvisada,
anhelándonos en caricias
cada milesima del tiempo.
Así,
infinito
como ese beso inocente
que deposito sobre tu frente.
Así
infinito
en ese beso eterno.
Deva
Existen exceso de estigmas
estigma a no gustar;
a no ser lo que espera la familia que seas.
Estigma,
a no querer;
a no querer como la sociedad quiere que quieras.
Estigma
a no vestir,
a no ponrte lo que tus normas te dictan.
Y así quedamos,
entre
estigma y estigma
y
un nunca
llegar a ser.
Te quedaste ahí
en medio de un adiós
y un hasta luego.
Con tus huellas fusionadas
en el suelo
y ese paso hacia delante
que nunca llegaste a dar.
Deva.
Te quiero tanto
como a un amanecer a medio hacer
y ese beso a medio dar.
Como ese beso que te mira el alma
y te arranca una sonrisa.
Como el último antes de coger el tren.
O el de buenas noches.
O ese que te dan los amigos junto a un abrazo de los que abrigan el corazón
Esos besos fortuitos llenos de cariño.
O esos besos llenos de amor de tu familia.
O los traicioneros.
Hay millones de besos
pero los que más me gustan
son los que son
de verdad.
Porque no sólo hoy es nuestro día
sino todos los del año.
Hay retazos que se vuelven húmedos y maleables
hasta crear una disonacia entre el arte y el amor.
Sopla hasta que se cumplan los deseos.